¡Salado el Padrecito!

¡Salado el Padrecito!

Rafela (Carmen Granados) contaba el cuento de una mamá y su hijo que iban para misa. La señora le dio un diez al niño para que lo echara en el platillo de la limosna y otro para él, para que se comprara un helado, a la salida. Cuando iban de camino, al niño se le cayó uno de los dieces, rodó y cayó en la alcantarilla. Inmediatamente el niño exclamó: “qué salado el padrecito”.

Este cuento tan sencillo retrata la actitud de todos los jerarcas del sector público, en sus mensajes solicitados por la Presidencia. Si les van a rebajar el presupuesto, amenazan con que los perjudicados no serán los burócratas, sus ingresos o sus gastos superfluos sino: ¡Qué salados los ciudadanos!”.

El presidente del IMAS dice que reducirán las ayudas a los pobres; el del Banhvi disminuirá los bonos de vivienda; el del TSE no dará más cédulas; la gente de cultura llora por el patrimonio cultural (ignoran su irrelevancia en las manifestaciones populares); el ministro de Salud amenaza disminuir la lucha contra el Covid; las universidades asustan con disminuir la matrícula y así todos los demás desfilan, uno a uno, obedientes del mandato presidencial, rasgándose vestiduras por la tragedia que sobrevendrá si les tocan un cinco.

A ninguno le cae la peseta de reducir gastos operativos, aumentar eficiencia o reestructurar entidades. No, ¡Salados los ciudadanos!

Probablemente, los ¢150 mil millones que promete reducir el ministro de Hacienda, si lo cumple, será en el “diez del padre”, o sea zocará la faja de quienes dependen de los servicios públicos, no de la obesa administración. La burocracia seguirá cómoda, sin esfuerzo y con menos quehacer.

Ellos prefieren que la economía del país se termine de derrumbar, que no haya plata para pagar aguinaldos ni salarios, que sobrevenga la devaluación y la inflación y de esa manera se rebaje el salario de toda la población. Siguen confiados en que podrán atrincherarse con sus sindicatos para que, si caen los salarios reales, sean los del sector privado, no los de ellos.

Y esa posibilidad se asoma amenazante a las puertas del mercado. El canje de títulos propuesto por la Tesorería Nacional hoy, fracasó. ¿Cómo obtendrá más préstamos para hacer los pagos que vienen con los mensajes desalentadores que salen, día a día, del Gobierno? La convención colectiva del MEP retrata fielmente la falta absoluta de compromiso con la reducción del gasto.

Papá gobierno les aumentará sus ingresos más que la inflación.

Dennis Meléndez

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