Tocar fondo, otra vez

Después de tocar fondo, se supone que no se puede ya empeorar. Pero hay excepciones. Argentina, por ejemplo, pidió auxilio en junio al Fondo Monetario Internacional. Aquella solución definitiva ha durado tres meses. Ahora ha vuelto a pedir auxilio y se encuentra ante una perspectiva desalentadora: el rescate concedido por el FMI implica agravar la recesión y soportar una purga durísima, la enésima, con la mayor deuda de su historia. La paradoja consiste en que con este sacrificio presuntamente final, el presidente Mauricio Macri espera conseguir la reelección el año próximo.
Nada es imposible en un país tan desmesurado como Argentina. Macri llegó a la presidencia con la promesa de poner orden en las cuentas públicas y encauzarlas hacia un crecimiento más o menos sostenido. En el tercer año de su mandato, su gobierno ha conseguido una inflación anual superior al 40%, una brutal devaluación del peso frente al dólar y una caída de la producción cercana al 2,4%. Según las estimaciones oficiales, 27 de cada cien ciudadanos viven en la pobreza y, con el nuevo ajuste, que implica reducir a cero el déficit presupuestario, el drama aumentará en los próximos meses. El balance es muy malo. Pero se puede relativizar. Según el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el auxilio concedido por el FMI “despeja el panorama” y demuestra que “los grandes países del mundo” apoyan la gestión gubernamental.